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Trump vs. TikTok: un breve análisis del nuevo peldaño en las tensiones entre China y Estados Unidos

  • Adrián Risco Chang
  • 19 ago 2020
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 9 sept 2020


Adrián Risco Chang Estudiante de noveno ciclo de Ciencia Política y Gobierno en la Pontificia Universidad Católica del Perú


En los últimos días, el mundo ha sido testigo de una nueva fricción, parte de un escenario no tan nuevo, que ha generado una serie de sobresaltos más allá de los espacios políticos. La administración Trump lanzó una ofensiva contra dos aplicaciones de origen chino: TikTok y WeChat. De acuerdo con la orden ejecutiva, las compañías responsables de las aplicaciones en mención tienen 45 días para poder adecuarse a los requerimientos de la política de seguridad nacional de Washington o, de lo contrario, ‘se prohibirán las transacciones’.

La medida en sí misma es ambigua, pues no se logra entender claramente qué implica prohibir transacciones; sin embargo, el mensaje político sí es directo y va en línea con lo que se ha venido dando desde que las tensiones entre ambos países empezaron a escalar; si no, recordemos la ofensiva que Washington lanzó hace ya más de un año contra Huawei y la expansión de tecnología 5G auspiciada por Beijing basándose, también, en cuestiones de seguridad nacional. Pero entonces, ¿qué nos muestra ahora esta nueva acción de la administración Trump contra aplicativos que apuntan sobre todo al ocio y entretenimiento?


Para responder la pregunta planteada es preciso tener en consideración los intereses de Beijing a nivel global. En principio, China ha podido lograr su rápido desarrollo gracias a que se insertó al orden económico liberal; sin embargo, trata de cambiar el sistema desde dentro siguiendo una política asertiva y generar así un entorno más favorable para su ascenso (Jing & Zhongping, 2014). Esto, además, se enmarca dentro de lo que se conoce como China Dream, concepto que surgió con la llegada de Xi Jinping a la presidencia en el año 2013 y que tiene por objetivo recuperar la grandeza pasada de China luego de un siglo de humillación extranjera y posicionar al país como un polo de poder independiente (Xu, 2016).


Esta medida encuentra sustento en cuestiones de seguridad nacional, contexto electoral y pugna geoeconómica.

Teniendo en cuenta los intereses del gigante asiático, la nueva fricción en torno a las aplicaciones mencionadas puede explicarse desde tres perspectivas, las cuales se interrelacionan. La primera, y más ligada a cuestiones de seguridad nacional, es la protección de datos personales. Es cierto que cualquiera puede ser víctima de espionaje a través de un telefóno, pero el acceso a esta información por parte de los gobiernos suele ser un proceso engorroso, recordemos solamente el caso FBI-Apple por el desbloqueo de un iPhone. Sin embargo, en China la Ley de Inteligencia Nacional señala que “cualquier organización o ciudadano apoyará, asistirá y cooperará con la inteligencia estatal trabajar de acuerdo con la ley (...)” (Chinese National People's Congress, 2017). De esta manera, el gobierno chino puede acceder con bastante más facilidad a toda aquella información que considere necesaria para sus intereses y, de ser el caso, espiar a todo aquel ciudadano chino que resida incluso fuera de la China continental.

En segundo lugar, se tiene el contexto electoral por el que atraviesa Estados Unidos. En principio, la retórica hostil hacia China por parte del presidente Trump es una constante que se ha visto acrecentada por la crisis sanitaria mundial. Esto, sumado al discurso American First, le ha generado una serie de réditos políticos, por lo que seguir despotricando contra Beijing puede ser una estrategia beneficiosa en las urnas. Pero lo crucial en el contexto electoral es el uso de la data en la nube. Nuevamente, el manejo de información personal salta a la luz y, teniendo como ejemplo reciente lo sucedido con Cambridge Analitica, las estrategias virtuales de campaña que se basan en la recopilación de datos personales pueden contribuir a inclinar la balanza electoral. En este sentido, tanto TikTok como WeChat pertenecen, en última instancia, a empresas chinas y no pueden ser ajenas a su legislación, por lo que también pueden ser usadas como herramientas de propaganda o medio de desinformación mediante la difusión de fake news.

Por último, la geoeconomía juega un rol clave. Actualmente vivimos en un mundo interconectado; los Estados, grupos privados e individuos tejen redes mediante la interacción transfronteriza de tipo político, económico y social, por lo que la agenda internacional está dominada no por cuestiones de seguridad militar, sino de tipo económico-político (Van de Haar, 2009). Entre China y Estados Unidos esto es evidente en tanto ambas potencias se encuentran envueltas en una pugna por poder que se refleja en una serie de fricciones que se manifiestan en su mayor expresión en la guerra comercial, pero ¿cómo se inserta la prohibición de unas aplicaciones de entretenimiento en ello?

De esta manera, Trump pretende reforzar su discurso anti China, prevenir algún tipo de injerencia virtual en la campaña electoral, pero sobre todo desincentivar la inversión extranjera en China.

Un primer aspecto relevante es la competencia desigual. Desde finales de la primera década del siglo XXI, una gran cantidad de aplicaciones y sitios web no son permitidos en China, por lo que su industria tecnológica ha podido florecer sin gran competencia extranjera. Por ejemplo, la aplicación WeChat ha logrado posicionarse como una de las más importantes en la cotidianeidad de los chinos debido a las amplias funciones que agrupa, por lo que al día de hoy la vida sin este aplicativo, al menos en las grandes ciudades, es inconcebible; sin embargo, su utilidad fuera de China queda reducida enormemente, aunque puede seguir siendo usada como herramienta de vigilancia y censura. TikTok es el caso atípico, la única aplicación de origen chino que se ha popularizado masivamente en todo el mundo y a una velocidad vertiginosa. Su ingreso al mundo occidental se ha dado sin restricciones, condición de la que no pueden gozar aplicaciones no chinas para entrar a ese mercado. Sin embargo, esto involucra sobre todo a privados y a pesar de que se relaciona con los puntos antes mencionados, hay otro aspecto con implicancias más profundas.

Como se ha mencionado, la pugna es por poder, lo que sumado a la crisis producto del coronavirus agrava las consecuencias que ambas potencias deben de enfrentar, sobre todo en sus economías nacionales. De esta manera, la medida de la administración Trump puede verse como un nuevo escalón de la guerra comercial, que de por sí ya genera inestabilidad y poca predictibilidad, factores cruciales para el fomento de inversiones. De acuerdo con Palmer (2020), el gobierno chino requiere un considerable volumen de inversión extranjera para estabilizar su crecimiento y continuar así su empresa de convertirse en una economía avanzada y diversificada. Entonces, al impulsar esta medida, el ambiente comercial y financiero internacional podrían verse aún más afectados, pero sobre todo se reavivan los fantasmas en torno al régimen de Beijing. De esta manera, la prohibición podría verse como un intento de reducir el atractivo de China, mellar la confianza que se le puede tener en tanto socio comercial e intentar así poner un freno a su empresa de convertirse en superpotencia mundial.


La prohibición impulsada por la administración Trump tiene por finalidad contener el crecimiento de China e ir en contra del llamado China Dream.

Sin embargo, y de ser efectiva, la prohibición podría traer consecuencias también para capitales extranjeros, sobre todo estadounidenses, que encuentran en China un enorme mercado y/o eslabón clave para sus cadenas globales de producción. Beijing, si bien no tiene el mismo margen de acción para prohibir aplicaciones debido a que estas ya se encuentran restringidas en su territorio nacional, podría intentar ejercer un mayor control sobre las firmas que ya operan dentro de sus fronteras considerándolas como infraestructuras de información crítica (Palmer, 2020), forzando la venta de sus activos o reavivando las cuestiones referentes al robo de propiedad intelectual. Se puede ver, entonces, que los efectos serían paralelos y perjudiciales para ambas naciones.


En conclusión, la prohibición de estas aplicaciones podría apreciarse como una medida para contener el crecimiento chino, elemento sustancial del China Dream. Sin embargo, se mencionó también que China pretende generar un ambiente más beneficioso para su ascenso, por lo que deberían de tenerse en cuenta las consecuencias propias de una prohibición. A modo de reflexión, intentar restringir el libre desenvolvimiento de los usuarios en la red, sobre todo en Occidente, podría ser un contrasentido teniendo en cuenta los valores que se promulgan desde este lado del mundo. Entonces, si bien la prohibición encuentra sustento y racionalidad en los factores ya mencionados, los efectos a largo plazo podrían ser perjudiciales y, por qué no, acercarnos de a pocos a un clima de censura.

Referencias Bibliográficas


Chinese National People's Congress (2017). National Intelligence Law of the People's Republic. Recuperado de https://cs.brown.edu/courses/csci1800/sources/2017_PRC_NationalIntelligenceLaw.pdf


Palmer, N (2020). Beijing’s Retaliation on TikTok Could Hurt U.S. Firms. Foreign Policy. Recuperado de https://foreignpolicy.com/2020/08/04/china-retaliation-tiktok-could-hurt-american-firms-cisco/


Van de Haar, E. (2009). Classical Liberalism and International Relations Theory. United States of America: Pallgrave Macmillan.


Xu, Y. (2016). China's Strategic Partnerships in Latin America: Case Studies of China's Oil Diplomacy in Argentina, Brazil, Mexico and Venezuela, 1991 to 2015. Open Access Dissertations. 1577. https://scholarlyrepository.miami.edu/oa_dissertations/1577


Zhongping, F. y Jing, H. (2014). China’s strategic partnership diplomacy: engaging with a changing world. Recuperado de http://ssrn.com/abstract=2459948

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