top of page

¿Qué demanda hay detrás del “Black Lives Matter”?

  • Foto del escritor: Leon Lucar
    Leon Lucar
  • 8 jul 2020
  • 5 Min. de lectura


Leon Lucar* - Estudiante de octavo ciclo de Ciencia Política en la

Pontificia Universidad Católica del Perú


La muerte del ciudadano afroamericano George Floyd a manos de un efectivo policial en Minneapolis desencadenó una ola de protestas que se enmarcan en el ciclo de movilizaciones de “Black Lives Matter” (BLM) –en inglés, “Las vidas negras importan”–. El hecho de que la brutalidad policial fuera registrada mediante un vídeo, como ocurrió en otras ocasiones contra afroamericanos, ha provocado una serie de reacciones, tanto a nivel de la opinión pública, como a nivel político y social. En línea con Young (1996), este suceso, más que un hecho aislado, nos lleva a la cuestión de los valores políticos y morales que definieron el ideal de ciudadanía universal de los primeros republicanos estadounidenses, a la vez que se excluían a grupos sociales como las mujeres y las personas no blancas por no ajustarse a un ideal de vida civilizada, moral y racional. Así, el aporte de Young se basa fundamentalmente en dos puntos: la crítica a la universalidad de la ciudadanía que presupone la idea de una “voluntad general” que tiende a homogeneizar a los ciudadanos y, en segundo lugar, enfatizar la necesidad de la representación grupal, en la medida que la ciudadanía plena ha llevado a invisibilizar a grupos diferenciados (p. e. los afroamericanos). En base a estos presupuestos, se explicará la demanda de la movilización de BLM.

En primer lugar, BLM realiza una crítica a la universalidad de la ciudadanía en la medida que dicho estatus de ciudadanía plena, basado en la igualdad formal, no se traduce en justicia ni en igualdad de la aplicación de la ley. Para ello, es importante mencionar que incluso a un nivel legal, los sesgos se hacen evidentes con la cláusula de la enmienda XIII, la cual explicita la libertad, con excepción del castigo por un delito. Así, pese a la abolición de la esclavitud en diciembre de 1865, dicho fragmento hizo posible una secuencia de patrones de criminalización y encarcelamiento en masa de afroamericanos, tal como retrata el documental 13th. En ese sentido, si bien el movimiento por los derechos civiles de la década del 60 logró la promulgación del Acta de los Derechos Civiles, las políticas federales de “ley y orden”, la “guerra contra las drogas”, los “mínimos obligatorios” y la “ley de los tres crímenes”, tanto en gobiernos republicanos como demócratas, fueron el vehículo para contrarrestar los derechos de los afroamericanos. Como menciona Michael Tesler (2020) en su artículo, luego de las protestas por los derechos civiles, sucedió un “white backlash” por el cual “interpretando la violencia y la pobreza inherente a la sociedad como manifestaciones deslumbradoras del fracaso de los negros para vivir de acuerdo a los valores americanos, [políticos conservadores] ayudaron a crear y legitimar nuevas formas de prejuicio”. A partir de ello, se puede entender la referencia que Young hace de la exclusión de personas en función al “punto de vista general”, que entiende la ciudadanía como homogénea, lo que traducido en términos raciales es una “ciudadanía blanca burguesa”. Así, este cuestionamiento al ideal de ciudadanía universal como una perspectiva imparcial, que Young señala como un mito, es comprobado por las demandas históricas de las movilizaciones de BLM, que nos llevan al segundo punto.


El movimiento "Black Lives Matter", más que un hecho contextual, responde a demandas históricas por la diferencia de grupo frente al ideal universal de ciudadanía norteamericana.

En línea con la propuesta de Young, es necesario cuestionar la ciudadanía universal como mayoría y “dar el salto” hacia una ciudadanía diferenciada por grupo y, por tanto, hacia un ámbito y sector público y heterogéneo. En ese sentido, se hace necesario reconocer a los afroamericanos como un grupo social, en la medida que este implica la construcción de un sentido de identidad común, la cual es concebida en términos relacionales en base a atributos comunes y distanciado de otros. Como bien muestra 13th y el artículo de Shom Mazumder (2020), la brutalidad de la fuerza policial es más proclive a ensañarse contra la población negra, a la vez que el encarcelamiento masivo de afroamericanos responde a patrones históricos de privación de los derechos de la población afroamericana que han ido “mutando” y “camuflándose” a través de legislaciones federales y de los estados, principalmente del sur, en Estados Unidos. En línea con Young, los afroamericanos forman parte de lo que ella denomina “grupos oprimidos”, de tal magnitud que parecen cumplirse los cinco puntos que propone: explotación, marginación, falta de poder, imperialismo cultural, y violencia y hostigamiento por terceros. Frente a ello, la autora menciona la importancia de las políticas de la diferencia con el fin de generar una situación más igualitaria entre los grupos sociales.

Respecto a ello y en línea con los artículos, considero que el BLM, a partir de su autoorganización, tiene impacto en dos niveles: la opinión pública y la legislación y políticas públicas sobre la raza. En el caso de la opinión pública, hay un cambio notorio en las actitudes raciales, principalmente en los lugares con más protestas y en la clasificación etaria con énfasis en la gente joven, tal como menciona Tesler. Por otro lado, puede tener impacto en la reestructuración de algunas agencias, como la policía de Minneapolis, así como presionar en temas de legislación o en las cortes. Como menciona Mazumder (2020), “las protestas son frecuentemente vistas como recursos políticos que permiten a grupos marginalizados amplificar sus voces cuando los métodos tradicionales, como el voto, pueden no representar adecuadamente sus preferencias”. En definitiva, en la línea de Young, movilizaciones como el BLM demandan la pluralidad basada en el reconocimiento de una ciudadanía diferenciada, en el que puedan participar del ámbito público sin dejar de lado sus identidades particulares, frente a la privatización que, como se observa en el caso norteamericano, puede funcionar como un mecanismo perverso de defensa de intereses privatizados por el cual corporaciones y grupos de interés operan a través de la legislación para beneficiarse a costa de los derechos de grupos históricamente marginalizados. Es un reto complejo a nivel institucional, pero al menos en términos de autoorganización y del análisis del impacto de determinadas políticas sobre la población afroamericana, el BLM parece estar dando un paso importante y necesario.


Bibliografía

Mazumder, S. (2020, junio 08). What Protest Can (And Can’t) Do. Recuperado de https://fivethirtyeight.com/features/what-protests-can-do/

Tesler, M. (2020, junio 05). The Floyd protests will likely change public attitudes about race and policing. Here’s why. Recuperado de

Young, I. M. (1996). Vida política y diferencia de grupos: una crítica del ideal de ciudadanía universal. En C. Castells (Comp.), Perspectivas feministas en teoría política . Barcelona: Paidós.

Comments


bottom of page