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¿La guerra contra el coronavirus?

  • Foto del escritor: Andrea F. Segovia Marín
    Andrea F. Segovia Marín
  • 15 jul 2020
  • 7 Min. de lectura

Una breve reflexión sobre los riesgos de la militarización de la estrategia contra la pandemia



Andrea F. Segovia Marin – Estudiante de octavo ciclo de Ciencia Política y Gobierno en la Pontificia Universidad Católica del Perú

“Disciplina y perseverancia. Apoyemos a todos en esa primera línea y vamos a ganar esta guerra.”Martín Vizcarra, presidente de la República del Perú

A pesar del panorama bélico que parece construir la cita anterior, esta corresponde a la conferencia de prensa del 26 de abril sobre los avances en el manejo de la pandemia del covid-19: un contexto de emergencia sanitaria. Tanto en esta conferencia, como sucedió en múltiples ocasiones posteriores, el presidente Vizcarra, la Ministra de Economía, María Antonieta Alva, y la jefa del Comando de Operaciones de Lucha contra el Covid-19, Pilar Mazzeti, han incurrido en el uso de un lenguaje bélico para enfatizar la urgencia con la que se debe de abordar la situación.


No obstante, este fenómeno no parece ser exclusivo de nuestro país. Autores como Barbosa & Hoffman (2020), para el caso brasileño, y Ojeda & Pinto (2020), para el caso colombiano, han identificado esta práctica a lo largo de la región de América Latina. Incluso, la teórica feminista del militarismo, pionera en los estudios críticos en seguridad, Cynthia Enloe (2020), ha comentado sobre cómo también el Norte global se ha rendido ante la tentación del uso de la ‘analogía de la guerra’ para movilizar los recursos privados y públicos frente a la pandemia. De esta manera, mientras que en su último análisis sobre la militarización de la emergencia sanitaria en el contexto norteamericano la autora enfatiza en el peligro de ‘sanitizar’ la guerra obviando las prácticas de prostitución, racismo y homofobia que estas acarrean, el presente artículo pretende ir más allá. Así, haciendo uso del concepto de militarismo, se reflexionará sobre cómo en el caso peruano el uso de este lenguaje bélico tiene continuidad en el uso de los poderes de emergencia y cómo es que las consecuencias de ambas dinámicas amplifican las estructuras de desigualdad ya presentes en nuestra sociedad.


El militarismo ha sido un concepto históricamente discutido, y en la actualidad aún se encuentra en proceso de construcción desde diferentes disciplinas como el feminismo, los estudios poscoloniales, y los estudios críticos en seguridad – en inglés critical security studies –. Sin embargo, tras una revisión literaria de los aportes de cada disciplina, los autores Stavrianakis & Stern (2018) condensan al militarismo como “la preparación para la normalización y la legitimación de la guerra”, y lo señalan como un concepto que es capaz de explicar la relación co-constitutiva de la dinámica de seguridad de un país con la sociedad civil que la enmarca. En el contexto de la pandemia, esta normalización y legitimación de la guerra dentro de la sociedad peruana se ha evidenciado en dos niveles: el primero, ya introducido, es el discursivo; y el segundo, es aquel que refiere a la aplicación y el ejercicio de los poderes de emergencia, iniciada el 16 de marzo, a partir de la declaración del estado de emergencia y la imposición de un toque de queda.


La decisión por el uso de la 'metáfora de la guerra' para la estrategia de manejo de la pandemia covid-19 y la amplia aceptación social respecto a la aplicación de los poderes de emergencia responden a la militarización existente en la sociedad peruana.

Como lo discutió Enloe para Women’s International League for Peace and Freedom, el uso del discurso bélico proviene de la capacidad de los mandatarios de crear a partir de la guerra una memoria común donde la violencia propició la unidad nacional. Sin embargo, la realidad nos presenta todo lo contrario, no solo por la fragmentación social y la violencia diferenciada experimentada durante las guerras, sino también por cómo esta metáfora de guerra ha reforzado la idea del ‘otro’ en nuestra sociedad. Así fue expuesto por la autora Carla Granados (2020), quien a partir de la intervención de la doctora Pilar Mazzeti el 8 de abril en Arequipa[1] ha señalado que en nuestro país la retórica belicista agrupa a los ciudadanos dentro de un antagonismo de héroe o enemigo, donde el papel de cada uno es definido por su obediencia al aislamiento social. Granados resalta además cómo en muchos casos el acatar estas medidas dependerá de su situación de precariedad y exclusión, por lo que “homogeneizar las desobediencias” solo corresponde a un refuerzo de la desigualdad preexistente a la crisis. De esta manera, el antagonismo del discurso bélico implementado por el Estado confirma las contraposiciones entre categorías sociales como ‘ricos vs. pobres’, ‘educados vs. ignorantes’, ‘limeños vs. provincianos’, entre otros.


De igual forma, la aplicación de los poderes de emergencia es entendida como otra dinámica de normalización y legitimación de la guerra, donde se suspenden las reglas y procesos legislativos y judiciales a través del apoyo de la sociedad civil unificada con el propósito de hacer frente a una amenaza de seguridad (Mabee & Vucetic, 2018). Luis Chavez (2020) indica que, si bien la policía y el ejército han trabajado para mantener las disposiciones necesarias impuestas por el Gobierno (en conjunto con las rondas campesinas y el serenazgo municipal), su presencia también ha derivado en escenarios de confrontación e incluso uso de la violencia física. Como ejemplo de esto identifica tres casos: una mujer castigada físicamente con latigazos y siendo obligada a saltar en cuclillas por no acatar el aislamiento en la frontera de San Martín y Amazonas; negociaciones entre las autoridades municipales de Puerto Bermudas y Villa Rica y los líderes comuneros asháninkas y yáneshas para establecer los puntos de control al tránsito en carreteras que atraviesan territorios indígenas, donde los municipales eran resguardados por el ejército, quienes manejando el mismo lenguaje pandémico-militar eran también mediadores; y las denuncias públicas por abuso sexual realizadas contra miembros del Ejército Peruano en la comunidad de Huampani, en Amazonas.


Desde el análisis de estos casos de violencia es posible confirmar la tesis impulsada por los estudios feministas del militarismo[2], los cuales, a partir de su capacidad para analizar al Estado y la violencia organizada como una fuerza social y criticar los efectos de una economía política capitalista, identificaron que la violencia ejercida en ‘zonas de guerra’ (en este caso, zonas donde el control es militar y armado) es relacional, sistémica y ubicua. Esto quiere decir que en contextos armados no solo observamos agresiones ‘ordinarias’, sino que, por el contrario, la violencia se expresa a través de las categorías sociales ya existentes, lo que afecta especialmente a aquellos grupos sociales más vulnerables, en este caso mujeres e indígenas, y fuera del campo de batalla – en este caso, en las mesas de negociación y en los cuerpos femeninos-. Es así como usar dinámicas de guerra en situaciones de emergencia sirve como amplificador de las estructuras de desigualdad ya existentes y el manejar la pandemia desde una perspectiva ‘bélica’ ha representado un peligro para el respeto de los derechos humanos de estos grupos en situación de vulnerabilidad.


El manejar la pandemia desde una perspectiva 'bélica' representa un peligro para el respeto a los derechos humanos grupos sociales en situación de vulnerabilidad.

El militarismo en la sociedad peruana se expresa en distintas instancias. A lo largo de este artículo hemos revisado dos, las cuales están enmarcadas en el contexto de la pandemia: el discurso impulsado por el Estado y el ejercicio práctico de los poderes de emergencia. Ambos son claros ejemplos de la normalización y legitimación de lo marcial. Sin embargo, aunque resulta útil como una herramienta crítica de la reproducción de desigualdades, el militarismo todavía permanece como un concepto abstracto y hasta elusivo. De esta manera, aún es complicado identificar con certeza en qué dirección se construye la relación entre el militarismo del discurso, y el militarismo en la aplicación de los poderes de emergencia: ¿corresponden a distintas formas de militarismo?, ¿son procesos diferenciados que suceden de forma paralela?, ¿o es posible señalar que uno antepone al otro? Hasta el momento, se cuenta con pocas herramientas para un estudio de distintos tipos de militarismo. Una de ellas es la tipología de cuatro militarismos[3] propuesta por Mabee y Vucetic (2018). No obstante, esta se construye sobre la dimensión de distinción entre los militares y los civiles, lo que nos lleva a identificar el militarismo a partir de cuánto escapa el ejercicio ‘ordinario’ de la violencia organizada para la protección de los intereses del Estado de los militares y se ubica en miembros de la sociedad civil. Esto no nos permite estudiar procesos de militarización fuera del puro ejercicio de la violencia organizada o agresión, y hace que estas categorías sean inútiles para nuestro análisis al no poder abordar elementos como el discurso – donde, como hemos revisado, también se puede percibir una normalización de lo marcial –.

A partir de lo desarrollado, y a manera de conclusión, este artículo presenta dos retos. El primero es abordar la responsabilidad de cumplir con los principios de necesidad, legalidad, proporcionalidad y no discriminación durante el ejercicio de los poderes de emergencia, además de denunciar las situaciones de abuso de poder. El segundo reto es discutir y avanzar en cuanto la teorización del militarismo. Es preciso seguir debatiendo y construyendo sobre las tipologías ya existentes, y para ello es necesario usar el concepto de militarismo de manera activa con el fin de cuestionar la reproducción de las estructuras de desigualdad, incluso fuera del contexto de esta pandemia.

[1] “Esta es un guerra, y es una guerra atípica porque cada uno de los que está aquí sentado es el soldado y a la vez, es el enemigo. Somos el enemigo porque tenemos la capacidad de pasar el virus a las personas que están cerca y somos soldados porque también tenemos la capacidad de no pasarlo... Estamos en guerra y no actuar es traición a la Patria”. [2] Ver por ejemplo Kelly (2012); Basham et al. (2015); Enloe (2007). [3] Mabee y Vucetic (2018) proponen las categorías de militarimo excepcionalista; militarismo nacional-estatista; militarismo de la sociedad civil; y militarismo neoliberal. Esta tipología se construye sobre dos dimensiones: el nivel de liberalización socio-económica y la estratificación o diferenciación entre los militares y civiles.

Bibliografía

Barbosa, R. & Hoffman, M. (2020) Analyzing Jair Bolsonaro’s COVID-19 War Metaphors. Recuperado de: https://www.e-ir.info/2020/06/02/analyzing-jair-bolsonaros-covid-19-war-metaphors/


Basham VM, Belkin A and Gifkins J (2015) What is critical military studies? Critical Military Studies 1(1): 1–2.


Chávez, L. (2020) La militarización del lenguaje genera violencia. Recuperado de: http://www.noticiasser.pe/opinion/la-militarizacion-del-lenguaje-genera-violencia


Enloe, C. (2020) COVID-19: “Waging War” Against a Virus is NOT What We Need to Be Doing. Recuperado de: https://www.wilpf.org/covid-19-waging-war-against-a-virus-is-not-what-we-need-to-be-doing/?fbclid=IwAR3N32nxjP9pqII1t6jOUlqDIOfcCraPegsvILYjoqWFc0AKr7FrR9ftZtA


Enloe, C. (2007). Globalization and Militarism: Feminists Make the Link. Rowman & Littlefield. Chapter 3: Tracking the Militarized Global Sneaker.


Granados, C. (2020) “Soldados” o “enemigos”: la militarización del lenguaje frente a la pandemia y el comportamiento ciudadano. Recuperado de: http://www.noticiasser.pe/opinion/soldados-o-enemigos-la-militarizacion-del-lenguaje-frente-la-pandemia-y-el-comportamiento


Kelly L (2012) Preface: Standing the test of time? Reflections on the concept of the continuum of sexual violence. In: Brown JM and Walklate SL (eds) Handbook on Sexual Violence. New York: Routledge, xvii–xxxvi.


Mabee, B., & Vucetic, S. (2018). Varieties of militarism: Towards a typology. Security Dialogue, 49(1–2), 96–108. Recuperado de: https://doi.org/10.1177/0967010617730948


Ojeda D. & Pinto, L. (2020) La militarización de la vida durante la guerra, el “posconflicto” y la pandemia de COVID-19. Recuperado de: http://blog.castac.org/multilingual/la-militarizacion-de-la-vida-durante-la-guerra-el-posconflicto-y-la-pandemia-de-covid-19/#_ednref1


Stavrianakis, A. & Stern, M. (2018) “Militarism and security: Dialogue, possibilities and limits,” Security Dialogue 49: 1-2 (2018): 3-18.

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