En las montañas de la precariedad
- Cynthia Villanueva
- 23 sept 2020
- 8 Min. de lectura
Un breve análisis sobre la precarización laboral en los jóvenes peruanos asalariados durante la pandemia

Cynthia Villanueva Gastón - Estudiante de quinto ciclo de Ciencia Política y Gobierno de la Pontificia Universidad Católica del Perú
La pandemia causada por el COVID-19 ha repercutido en las economías de los Estados debido a la necesidad de establecer el aislamiento social obligatorio en sus territorios y evitar así la propagación de esta enfermedad. Habiendo pasado ya el periodo inicial de cuarentena, en la mayoría de países se ha iniciado el desconfinamiento de manera gradual, medida que busca reactivar la economía a pesar de la gran existencia de casos positivos. Esto ha ocasionado un incremento de casos activos, por lo que los mandatarios se han visto obligados a retroceder en sus fases de reapertura de actividades o, en su defecto, a retomar la cuarentena de manera total o focalizada.
La crisis económica ocasionada por el confinamiento ha afectado principalmente a la actividad laboral de los países. Al momento de analizar esta situación, es importante tener en cuenta las relaciones de producción capitalistas presentes en la sociedad que producen la desigualdad económica. Esto implica diferenciar la clase capitalista, dueña de los medios de producción, de la clase obrera, que vende su fuerza de trabajo. Así, “mientras el capitalista pague al trabajador un salario suficientemente elevado como para permitirle seguir viviendo y trabajando, habrá pagado el valor total del trabajo […]. Pero lo que ha comprado en realidad es cierto número de horas de control y decisión sobre la actividad productiva del obrero, sobre su capacidad creadora, ha comprado su capacidad de trabajo” (Marx, 1971). Esto permite la apropiación del excedente productivo de los trabajadores por parte de la clase capitalista y ocasiona la desigualdad de ingresos. Asimismo, es bajo esta relación de dominio y subordinación donde la precarización laboral aparece.
A raíz de la crisis económica mundial por el COVID-19, la precarización laboral en los jóvenes peruanos asalariados se ha visto agravada y esto demuestra, más que nunca que, la clase capitalista no cuenta con restricciones al momento de explotar la fuerza de trabajo.
El concepto de precariedad laboral suele estar asociado al deterioro de las condiciones laborales, inestabilidad laboral y/o inseguridad laboral. Sin embargo, tal y como lo menciona Véjar, “la precariedad laboral solo es entendible en su complejidad como síntoma de los cambios y mutaciones en la dinámica e interior del patrón de acumulación capitalista, y como parte de una respuesta del capital a su propia crisis” (2014, p. 151). Es por ello que no debería de sorprendernos las consecuencias de la contracción económica que están afectando al mercado laboral de América Latina, las cuales son la precarización de las condiciones laborales, destrucción de empleos y el aumento del desempleo (Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL] y la Oficina para el Cono Sur de América Latina de la Organización Internacional del Trabajo [OIT], 2020).
Esta situación es particular en Perú, ya que es uno de los países con mayor informalidad laboral de América Latina y donde las prácticas informales están presentes tanto en el sector formal e informal (Centro Nacional de Planeamiento Estratégico, 2016). Asimismo, los derechos laborales no son defendidos por el Estado, ya que este se encuentra coludido con los grandes grupos de poder económico (Cabree y Durand, 2017). Todo esto ha causado estragos en el ámbito laboral, lo que se evidencia en la caída del empleo. En este sentido, el último informe de Comportamiento de los indicadores de mercado laboral a nivel nacional del Instituto Nacional de Estadística e Informática [INEI] (2020) revela que la tasa de desempleo en el II Trimestre del 2020 fue de 8,8%, mayor en 5,2 puntos porcentuales al mismo trimestre del 2019. Este indicador solo mide la proporción de la fuerza de trabajo que no cuenta con un empleo y está buscando activamente uno, pero existen más personas desempleadas que no buscan un trabajo actualmente y que el indicador no toma en cuenta por sus limitaciones. Además, cabe resaltar que el trabajo a distancia en Perú no es una opción “porque más de la mitad de los hogares de los países emergentes y en desarrollo ni siquiera tienen una computadora en casa” (Brussevich et al. 2020).
Asimismo, al analizar la economía, sobre todo en tiempos de crisis, no podemos olvidar a los jóvenes, ya que son los más precarizados dentro del ámbito laboral. Puerto y Kim (2020) advirtieron a inicios de la pandemia que los jóvenes se verían particularmente afectados por la crisis económica ocasionada por la pandemia debido a cinco razones. Primero, antes de la pandemia, los jóvenes trabajaban en sectores e industrias vulnerables. Segundo, en tiempos de crisis suelen ser los primeros en despedir o recortar sus ingresos frente a sus colegas adultos. Tercero, no cuentan con una amplia experiencia laboral, por lo que buscar un trabajo decente es complicado y se ven obligados a trabajar precariamente. Cuarto, tres de cada cuatro jóvenes se desempeñaban en la economía informal en países de bajos y medianos ingresos. Quinto, muchos de ellos trabajaban en formas de empleo no estándar (trabajos a tiempo parcial o temporales) y en términos precarios. Los dos últimos puntos evidencian la precarización laboral que vivían los jóvenes a nivel mundial y que se ha acrecentado a raíz de la crisis económica. En relación a ello, la situación de los trabajadores jóvenes asalariados hoy en día demuestra más que nunca que la explotación capitalista no tiene límites. Es por este motivo que me centro en este grupo en el presente texto.
En el caso peruano, la situación laboral juvenil es realmente preocupante. Al desagregar la población ocupada por grupos etarios, se observa que el grupo de 14 a 24 años fue el más golpeado con un decrecimiento de 43,7%, que equivale a 1 millón 185 mil 800 personas (INEI, 2020). Pero habría que considerar también la situación previa a la emergencia sanitaria, en la que el 86,1% de trabajadores jóvenes dependientes contaba con empleos informales (INEI, 2019) y el 55% de ellos trabajaban en empresas de menos de diez trabajadores (Urrutia et al., 2020). De igual forma, el 56% de los jóvenes en 2018 se encontraba subempleado (INEI, 2019). Estas cifras muestran entonces que los jóvenes ya se encontraban en situaciones de precariedad y vulnerabilidad incluso antes de la crisis producto del coronavirus. A continuación, veremos cómo esto se ha acentuado por el confinamiento.
La crisis ha posibilitado que los jóvenes acepten situaciones de explotación y precarización aún mas intensas debido a la necesidad de subsistencia. Es por este motivo que el Estado debe utilizar sus recursos disponibles y tomar medidas eficientes para que los trabajadores asalariados y desempleados puedan afrontar la crisis.
Urrutia et al. (2020), en el informe de “Por una nueva convivencia”, nos brindan una mejor aproximación al caso de los jóvenes trabajadores peruanos a inicios de la pandemia, la cual sigue dándose con ligeros cambios. La situación económica y laboral de los jóvenes asalariados peruanos con trabajos en sectores e industrias vulnerables a la pandemia se vio fuertemente afectada a inicios de la pandemia. La precarización laboral se hizo evidente en la gran cantidad de jóvenes trabajadores asalariados paralizados que fueron obligados por sus empleadores a adelantar vacaciones, cuyos vínculos laborales fueron suspendidos o se les aplicó la suspensión perfecta. Cabe resaltar que, en el ultimo caso, al tener contratos de corta duración, esto significó la finalización de la relación laboral. Todas estas medidas precarizan a los trabajadores y representan un grave riesgo para ellos debido a que dejaron de percibir ingresos. Urrutia et. al. afirma también que “aproximadamente dos terceras partes del grupo de jóvenes dependientes han visto paralizadas sus actividades y su experiencia está estrechamente vinculada a la precariedad de sus vínculos laborales” (2020, p. 88). Esta situación es preocupante durante un momento crítico como lo es la pandemia actual, ya que han aparecido nuevas necesidades a causa de la enfermedad. Es por esto que los jóvenes se desplazarán en búsqueda de capital económico y social y determinarán sus actividades en función a ello (Urrutia et al., 2020). En el mejor de los casos, algunos han regresado a trabajar debido a la reactivación económica o han encontrado otras alternativas de empleo. Sin embargo, esto no asegura que no realicen trabajos precarios en la actualidad y el contexto se presta para ello.
Por otro lado, con respecto a los trabajadores jóvenes dependientes activos, la precarización laboral se hace evidente en muchos casos con respecto a la falta de garantías en las condiciones de trabajo. En este sentido, el nivel de riesgo laboral de los trabajadores era intermedio al haber tenido que continuar con sus labores durante el periodo de aislamiento social obligatorio tomando en cuenta que se puede controlar el riesgo al implementar las medidas de seguridad requeridas (Urrutia et al., 2020). Evidentemente todo trabajador que realice sus labores de manera presencial correrá el mismo nivel de riesgo mientras la pandemia persista. Ante ello, la CEPAL y la OIT (2020) resaltan la importancia de políticas que prioricen la seguridad y la salud en el trabajo. Sin embargo, y pese a que existe un documento técnico con lineamientos para la vigilancia, prevención y control de la salud de los trabajadores con riesgo de exposición establecido por el Ministerio de Salud, esto no se lleva a cabo en la práctica y ha devenido en una gran cantidad de trabajadores contagiados y fallecidos. De igual forma, y sumado al riesgo laboral que corren los jóvenes, sus labores se han intensificado y algunos han sufrido el recorte de sus sueldos. Todas estas condiciones precarias de trabajo han sido aceptadas al encontrarse en una situación de vulnerabilidad económica.
A partir de lo mencionado anteriormente, podemos concluir que, debido a la existencia de relaciones de producción capitalistas, es imposible afirmar que la pandemia afecta a todos por igual. Hacerlo invisibiliza la situación crítica que atraviesa la clase trabajadora actualmente debido a la explotación capitalista y en consecuencia de la crisis sanitaria. Dentro de este grupo, los jóvenes son quienes se ven aún más afectados debido a que la gran mayoría de ellos ya se encontraba trabajando en condiciones laborales precarias. La crisis ha posibilitado que los jóvenes acepten situaciones de explotación y precarización aún mas intensas debido a la necesidad de subsistencia. Es por este motivo que el Estado debe utilizar sus recursos disponibles y tomar medidas eficientes para que los trabajadores asalariados y desempleados puedan afrontar la crisis. En mi opinión, es necesario la derogación del acceso a la suspensión perfecta por parte de los empleadores, se prohíban los despidos y los recortes salariales, se implementen eficientemente las medidas de seguridad y salud en el trabajo y se retroceda en las fases de reactivación económica. Asimismo, frente a la situación de los trabajadores desempleados y otros grupos desfavorecidos, resulta imprescindible que el Estado brinde un bono realmente universal a partir del impuesto a la riqueza. Solo de esta forma se podrá priorizar las vidas de miles de peruanos sobre las ganancias de unos pocos.
Bibliografía
Brussevich, M., Dabla-Norris, E. y Khalid, S. (2020). El trabajo a distancia no es una opción para los pobres, los jóvenes y las mujeres. Consultado el domingo 30 de agosto. https://blog-dialogoafondo.imf.org/?p=13751
Cabree, J. y Durand, F (2017). Perú: élites del poder y captura política. Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú.
Comisión Económica para América Latina y el Caribe y la Oficina para el Cono Sur de América Latina de la Organización Internacional del Trabajo. (2020). Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe. El trabajo en tiempos de pandemia: desafíos frente a la enfermedad por coronavirus (COVID-19). https://repositorio.cepal.org/handle/11362/45557
Instituto Nacional de Estadística e Informática. (2020). Comportamiento de los indicadores de mercado laboral a nivel nacional. https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/boletines/03-informe-tecnico-n03_empleo-nacional-abr-may-jun-2020.pdf
Instituto Nacional de Estadística e Informática. (2019). Perú: Evolución de los Indicadores de Empleo e Ingreso por Departamento, 2007-2018. https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1678/libro.pdf
Marx, K. (1971). Elementos fundamentales de la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858. Siglo XXI.
Puerto, S. y Kim, M. (2020). Young workers will be hit hard by COVID-19’s economic fallout. International Labour Organization. Consultado el viernes 22 de mayo. https://iloblog.org/2020/04/15/young-workers-will-be-hit-hard-by-covid-19s-economic-fallout/
Urrutia, A., Burga, M., Collantes, P. y Cuenta, R. (2020). Niñas, niños, adolescentes y jóvenes: una nueva controversia en M. Burga (Ed.) et al., Por una nueva convivencia. La sociedad peruana en tiempos del COVID-19: escenarios, propuestas de política y acción pública (pp. 79 - 102). Fondo Editorial PUCP. https://drive.google.com/file/d/1mRNET0bwWpGB3gU7ayXRmPYrcSQekb3p/view
Vargas-Espejo, V. y Vilchez, J. (2016). Economía informal en Perú: Situación actual y perspectivas. Centro Nacional de Planeamiento Estratégico. https://www.ceplan.gob.pe/documentos_/economia-informal-en-peru/
Vejar, D. J. (2014). La precariedad laboral, modernidad y modernización capitalista: Una contribución al debate desde América Latina. Trabajo y sociedad, (23), 147-168. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=387334695008
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